5/10/11

Los de la ciudad y los de la aldea no se entienden



El cementerio de Finisterre diseñado por César Portela. Fotos: Xurxo Lobato. El País, 11/05/2008, p. 44)

“El cementerio muerto. Diez años después de terminado, nadie ha sido enterrado en el vanguardista camposanto de César Portela. Los lugareños prefieren el municipal. (…)
El jardín de aromáticas que diseñó Portela ha quedado sepultado bajo las margaritas silvestres, las dedaleras y el carrasco. En esta época del año, las flores del tojo y la retama pintan la ladera de amarillo. Arriba, la carretera que lleva a los peregrinos al faro del mar tenebroso. Abajo, el acantilado donde todo se acababa.

Y, a media falda, los 14 cubos de granito, aparentemente desordenados. Según el autor, como "rocas desprendidas" o "contenedores de un barco" naufragado que hubiesen arribado a la costa transportando, cada uno, 12 nichos.

Todos ellos (con otros tres cubos algo más arriba: la sala de autopsias, el depósito y la capilla) componen el cementerio sin muertos más valorado del planeta, un cementerio marino pensado para seguir creciendo por la ladera. Finalista de los premios Philippe Rotthieer (2002) y Mies van der Rohe (2003), reconocido como una de las mejores obras funerarias del mundo por Oxford y alabado en unas 50 publicaciones especializadas, el cementerio de Portela sigue provocando rechazo entre muchos vecinos. Los mayores quieren sepultar a los suyos en un lugar "más acogedor".




Portela, de 70 años, Premio Nacional de Arquitectura española en 1999 por el edificio de la estación de autobuses de Córdoba, tiene dicho: "La imagen del cementerio es la de una senda que atraviesa una aglomeración de casas, una serpiente que repta a lo largo de la ladera de la montaña hasta el mar, adaptándose a las repentinas variaciones del terreno (...)

El proyecto imita el modo en que la naturaleza produce sus arquitecturas, y refleja la forma adoptada por los habitantes de esta tierra para producir las propias". (…)
"Aquí la gente pasa la tarde en el cementerio. Aquello está lejos. En invierno, el temporal hace imposible ir, y en verano, los buses de los turistas no dejan llegar", dice. El propio arquitecto reconoció a Traba que "hay que humanizar" la obra. Esa obra que, según él, le hizo perder el "miedo a la muerte". (…)
El de Portela es el tercer cementerio municipal que intentó Fisterra, "y ninguno cuajó". Hoy, el parroquial de Santa María das Areas, sigue siendo el único, caótico, camposanto. Hace mucho que no se vende nada, y cuando muere uno, incineran a su antecesor difunto. Lo malo es si mueren muy seguidos. "Yo, por si acaso", dice Nolina, "ya le estoy pagando la incineración a mis hijas". (El País, ed. Galicia, Cultura, 11/05/2008, p. 44)
“Entre los pocos vecinos enamorados del lugar, lo que no gusta es que las sepulturas sean de alquiler. Aquí todo el mundo quiere dormir su sueño eterno en casa propia. "Los modernos no lo creen, pero algo hay que nos domina, y si el Viernes Santo llueve, todo el año está revuelto. Con las cosas de los muertos no se puede andar jugando", filosofa Maruja, madre de un famoso ex jugador del Depor.

Muchos turistas, al ver los cubos desde la carretera, piensan que son bungalós. "¿Y el Ayuntamiento me alquilaría uno de ésos para el fin de semana?", preguntó uno en el semáforo marítimo. "Lo dudo", le respondieron, "por menos de 25 años, no va a poder ser". (El País, Ed. Galicia, Cultura, 11/05/2008, p. 44)

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