20/1/17

La emergencia de Podemos abría la posibilidad de recuperar a todo ese magma de excluidos del nacionalismo... En Marea vino a frustrar esta posibilidad

"En Galicia, el sector social de población que no se sentía representado por el bipartidismo PP/PSOE tenía como única opción electoral el BNG. El BNG acogía íntegramente el voto nacionalista, pero también aquel no nacionalista que lo consideraba un espacio de ruptura. Históricamente, cuando el BNG fue capaz de mostrar un rostro de mayor preocupación por las dinámicas sociales, obtuvo sus mejores resultados.

Al contrario, cuando transmitía mayor preocupación por cuestiones identitarias despertaba mayor rechazo. El declive que se inicia en el bipartito tiene que ver, en gran medida, con la progresiva deserción de los votantes prestados del sector menos nacionalista. 

Entre las muchas razones que llevaron al fracaso del bipartito, probablemente, la mayor fue la desafección de unos votantes que vieron frustrados sus anhelos de cambio social real, relegados por polémicas estériles sobre cuestiones identitarias.

El estallido del 15M abrió una posibilidad de superar la dicotomía nacionalismo/no nacionalismo asumiendo propuestas de mínimo denominador común enfocadas sobre todo al cambio social. El BNG no conseguía ampliar su base nacionalista mientras iba perdiendo a su votante no nacionalista que acrecentaba su orfandad.

 Tal nicho de desencantados fue el que aupó a AGE. Su relativo éxito fue el de proporcionar una voz a un sector desilusionado que necesitaba una nueva fuerza de ruptura. AGE no fructificó por razones diversas, entre las que no fue menor su incapacidad para trabajar juntos y aunar las divergentes culturas políticas de los partidos que conformaban la coalición.

Posteriormente, la emergencia de Podemos abría la posibilidad de recuperar a todo ese magma de excluidos del nacionalismo y ofrecía lo que parecía la opción más sencilla: un partido, el BNG, que podría aspirar a aglutinar todo el espacio nacionalista, y otro, Podemos (+IU), que podría ocupar un espacio hasta entonces huérfano y crecer sobre todo a costa del PSdeG. Podría ser algo parecido a la situación de Bildu y Podemos en Euskadi.

La hipótesis de En Marea vino a frustrar lo que parecía la opción natural. En Marea surge con la idea ambiciosa de aglutinar esos dos grandes nichos electorales; de proporcionar un espacio superador de la disyuntiva nacionalismo/no nacionalismo que pudiese convertirse en una opción electoral mayoritaria.

La mentira original: El espejismo de la participación popular

Como resulta obvio, para ocupar un espacio hay que desalojar a los cuerpos que anteriormente lo ocupan. Así, la hipótesis En Marea requería que se cumpliesen al mismo tiempo dos premisas:

1) La automutilación de Podemos.

2) La implosión y desaparición del BNG.

Ambas acciones necesitaban de una legitimación previa. Y esta función la cumple el mito fundacional de En Marea: la mentira original del “mandato popular” y el “partido hecho desde abajo”. Desde su génesis hasta día de hoy no hay ni una sola acción importante de En Marea que no haya sido ordenada, organizada, dirigida y comandada por un pequeño grupo de militantes y personajes selectos. 

Desde su aparición como coalición electoral, a la elección de sus órganos directivos, desde la elección de los miembros de su coordinadora y la propia elección del cabeza de lista electoral que podría resumirse con la frase: “Cuatro tíos se juntaron y eligieron a otro tío”, todos sus acontecimientos tienen la firma de media docena de personas reunidas en conciliábulo masculino.

No hace falta entrar en detalles acerca del proceso constituyente de En Marea, por quién fue tutelado y dirigido. Un solo detalle da la medida. Para inscribirse en la web que refrendaría lo ya acordado previamente, había que aceptar un manifiesto escrito por tres personas en lo que recordaba a viejos juramentos de aceptación de sacros principios. Item más. 

En Marea ya no es que carezca de mecanismos realmente participativos sino que es una organización opaca y que se mueve en el peor de los secretismos. Secretas son las actas de su coordinadora, secretas las personas que la integran y secreto cómo se eligen; secretas las reuniones para las “listas de consenso”, secretas las contrataciones de personal y secretos los criterios utilizados para estas.

Mientras tanto, los panegiristas de En Marea se esforzaban por falsificar esta realidad con una inacabable producción de palabrería hueca, confluencias 4.0 y metáforas marinas. Pero en ni uno solo de estos textos se concretaba cómo esos “de abajo” podían protagonizar la nueva formación, o qué mínimos mimbres de denominador común podía tener esta. El objetivo, obviamente, no era construir realmente un proceso participativo sino, al contrario, enmascarar una organización obscenamente vertical."                 (Jorge Armesto  , Diagonal, 17/01/17)

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