5/2/18

Galicia se echa a la calle contra la ley de salud de Feijoo

"Miles de personas han recorrido las calles de Santiago en la protesta central de la plataforma en defensa de la Sanidad Pública en Galicia, después de la celebración de numerosas manifestaciones en las cuatro provincias gallegas convocadas por SOS Sanidad Pública, para protestar contra la reforma de la Ley de Salud de Galicia

Tras la escala de recortes y reducción del presupuesto sanitario emprendida por el presidente de la Xunta de Galicia, siguiendo la estela emprendida por el gobierno central, presidido por Mariano Rajoy, que publicó El Plural en una radiografía de la sanidad en Galicia, donde se aseveraba que el gasto sanitario se había reducido en más de un 18% desde el año 2009. 

Ahora, durante la semana del 12 de febrero, se debatirá y previsiblemente aprobará, ya que el Partido Popular cuenta con mayoría absoluta en la cámara autonómica, el proyecto de reforma de la Ley de Salud de Galicia. Esta nueva legislación en materia de sanidad de la derecha gallega, no ha contado con la participación ni el consenso de ningún colectivo implicado.

Desamparo de la prevención de la enfermedad y la rehabilitación

Para analizar esta ley hemos hablado con el ex coordinador de la comisión de Sanidad del PSdeG y actual portavoz del ayuntamiento de Santiago del grupo municipal socialista, Francisco Reyes Santías. La primera reflexión que plantea es “porqué una ley, que fue aprobada en el año 2008 por el gobierno progresista de Pérez Touriño, pero que durante 10 años le ha servido al gobierno del PP, en estos momentos se quiera cambiar de una forma tan drástica”.

Este proyecto de ley da un giro radical al servico de salud existente, ya que la ley de 2008 amplió la definición de salud, hasta el momento reducida al aspecto físico, para ampliarlo a los psíquicos y sociales. La nueva ley “se aborda desde una perspectiva puramente asistencial, ignorando la promoción de la Salud, la prevención de la enfermedad, así como la rehabilitación del paciente y su reinserción”, categoriza Reyes.

Infravaloración de los hospitales comarcales de referencia

Las “Áreas de Salud”, esto es, las demarcaciones territoriales recogidas en la Ley General de Sanidad, que vinculan unos servicios mínimos de atención primaria y hospitalaria con un núcleo poblacional, se sustituirán por un nuevo término: “distrito”. Esta propuesta no está contemplada en la Ley General de Sanidad para las poblaciones que son atendidas por los hospitales de referencia comarcales, de modo, que los hará depender de los hospitales de mayor tamaño

Esto implica, afirma el portavoz “ una desigualdad territorial, ya que habrá una primacía de unas áreas sobre otras, al mismo tiempo que permitirá una mayor pérdida de presupuesto de los hospitales pequeños frente a los grandes”. 

Además, indica Francisco, vinculará “al personal que tiene asignada su plaza en un hospital determinado a todos los hospitales del área, es decir, un trabajador con plaza en el hospital de la de ciudad Lugo, puede verse obligado a trabajar en otro de la provincia”. 

 Para los pacientes, supondrá un copago añadido, asevera el socialista, ya que “obligará al traslado a los grandes hospitales, con el sobrecoste añadido que conlleva no solo para el enfermo, sino también para la familia”. De hecho este proyecto de ley ni siquiera menciona la Atención Primaria, tan solo “ incrementa el ‘hospitalismo’ del SERGAS (Servicio Gallego de Salud)”, categoriza el portavoz municipal.

Discrecionalidad y enchufismo laboral

Este nuevo modelo “universaliza la ‘laborización’ del personal, ya que permite el acceso al sistema a través de la libre designación, no como una excepcionalidad; al mismo tiempo que legaliza nuevos itinerarios profesionales, que podrían llegar a ser personalizados”, describe Francisco Reyes.

Reforma en los órganos de participación

La nueva ley plantea dos modificaciones en los órganos de participación, tanto de profesionales como de administraciones que tenían competencias en sanidad y que eran esenciales para la promoción, así como la prevención de la salud de pacientes y de la ciudadanía en general.

El primer cambio es que “ ya no se establece por ley quienes forman parte de esas comisiones de participación, es decir, qué asociaciones, organizaciones o instituciones, sino que lo deja a criterio arbitrario de la consejería por medio de un reglamento”, explica Reyes.

La segunda variación es que “ deja de recoger que entre las funciones de las comisiones de participación, se pueda analizar previamente ni con posterioridad un plan de salud, un contrato programa o los conciertos sanitarios antes de su aprobación, sino que solo lo puedan hacer con posterioridad, lo que significa que en la práctica no van a tener ninguna función de control o de evaluación y por lo tanto, habrá una falta total de transparencia”, argumenta el experto.

Por otra parte, hasta la fecha, la legislación del 2008 consideraba autoridades sanitarias entre otros a los inspectores médicos o a los alcaldes (para decretar una emergencia). Por el contrario, la nueva ley permite que los gerentes pueden ser autoridades sanitarias, esto es, personal que ocupan puestos de libre designación podrán hacer inspecciones e incluso abrir expedientes sancionadores. Ante esta tesitura, cabe preguntarse si estamos ante una ley mordaza del SERGAS.

Privatización de la investigación y de la innovación sanitaria

Si bien la normativa actual reconoce el derecho de la ciudadanía al conocimiento de toda la información disponible sobre sus enfermedades. El anteproyecto cede el control de la investigación y de la innovación de la sanidad pública a los laboratorios privados, aplicando el derecho a la propiedad intelectual para ceder los datos de los pacientes incluidos en los ensayos clínicos hasta que lo consideren oportuno. 

Pero esto no termina aquí, concluye Francisco Reyes, ya que “se crea la compra pública innovadora, esto es, la Xunta compra una innovación aún inexistente, que las empresas privadas se comprometen a llevar a cabo. Si el cometido sale mal se reparten las pérdidas y si sale bien la patente es para la industria”.

Llegados a este punto, lo único que nos queda por decir es que tras privatizar el cuerpo, Feijoo también ha logrado privatizar la mente."               (Raquel Álvarez, El Plural, 04/02/18)

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